La capacidad de una articulación para soportar choque mecánico y movimiento sin luxación o resultar desplazada o lesionada. El apoyo del hueso circundante (estabilidad ósea) y el tejido blando, como la cápsula articular, ligamento y músculo, confiere estabilidad a la articulación. La estabilidad varía según la articulación esté en movimiento (estabilidad dinámica) o estático (estabilidad estática). El hueso contribuye sobre todo a asegurar la estabilidad estática; el ligamento y la cápsula colaboran en la estabilidad estática y estabilidad dinámica; el músculo sólo contribuye a conseguir la estabilidad dinámica. La estabilidad de las distintas articulaciones es muy variable, y los distintos tipos de estabilidad varían dentro de una misma articulación. La cadera, por ejemplo, presenta gran estabilidad ósea, mientras que al rodilla tiene poca estabilidad ósea pero mucha ligamentaria y muscular. Una flexibilidad excesiva reduce la estabilidad y vuelve la articulación propensa a sufrir accidente.