Dícese de la interrupción microscópica de un hueso causada por carga y descarga repetida; fractura por fatiga; fractura por insuficiencia. La fractura por sobrecarga suele ser de desarrollo lento y no suele relacionarse con una lesión determinada; se produce cuando sobre un hueso se aplica repetidamente fuerza que excede su fuerza estructural. Según la teoría de la fatiga, es más probable que el hueso sufra fractura por sobrecarga si no cuenta con el apoyo adecuado del músculo o grupo de músculos que lo rodean; la falta de apoyo provoca el que la fuerza de impacto se transmita directamente al hueso, por consiguiente, la fractura por sobrecarga tiende a ser más habitual en el deportista en baja forma. La persona con huesos quebradizos, como el anciano y la mujer con irregularidad menstrual (amenorrea), es más propensa a sufrir fractura por sobrecarga. Esta fractura se caracteriza por dolor local exacerbado por la actividad que se alivia con reposo. La mayoría de los huesos pueden sufrir fractura por sobrecarga, aunque casi todos los casos se dan en la tibia. Fracturas difíciles de diagnosticar, excepto con escáner óseo, porque pueden no aparecer en la radiografía hasta que la fractura es acusada. La persona con una fractura por sobrecarga debe evitar actividad de alto impacto (por ejemplo, correr), que impone mucha tensión mecánica sobre los huesos, y sustituir por actividad de bajo impacto (por ejemplo, correr en una piscina) para mantener la condición física. Se pueden prescribir masajes con hielo, antiinflamatorio no esteroideo y ejercicio de estiramiento y fortalecimiento.