La ley establece que la recompensa dada a un comportamiento aumenta la posibilidad de que ese comportamiento se repita, y que el castigo a un comportamiento reduce la probabilidad de que se vuelva a repetir. Por tanto, la ley sostiene que el efecto de un comportamiento concreto, sea agradable o desagradable, influye en la posibilidad de que se repita: el comportamiento que deriva en sensación agradable tiende a repetirse, mientras que el comportamiento que se asocia con sensación desagradable tiende a evitarse.