Se aplica a la música folclórica, la música popular y la música culta de Estados Unidos; las raíces coloniales de la música de Estados Unidos son inglesas y, quizá, el aspecto más distintivo y duradero de la música estadounidense, al independizarse de sus raíces europeas, sea la tradición experimentalista entre los compositores; puede considerarse como el resultado filosófico del individualismo autosuficiente del protestantismo de los primeros colonos ingleses y holandeses de principios del siglo XVII, que encontró su primera expresión en los himnos y melodías fugadas de William Billings en la década de 1770; sus armonías planas, sus ritmos cuadrados y su escritura polifónica, a veces tosca, revelan un interés por la declaración sin complicaciones del texto en forma silábica, aunque también una falta de interés por seguir unas reglas técnicas establecidas por otros.

En el siglo XIX la escuela de pensamiento individualista fue absorbida y desarrollada por el transcendentalismo de escritores como Ralph Waldo Emerson y Henry David Thoreau. Ellos la combinaron con un horizonte espiritual más amplio, cercano al panteísmo. Su influencia puede verse en la música de Charles Ives. Desde esta perspectiva, lo que hace de la música de Ives un producto propiamente estadounidense no es el hecho de que cite melodías estadounidenses, sino la libertad con que lo hace. Para Ives, el eclecticismo de sus fuentes musicales era en sí una declaración filosófica (toda la música, culta o popular, grande o humilde, vieja o nueva, era democráticamente igual y tenía las mismas posibilidades de nobleza espiritual). Como Billings, Ives mostró también una evidente falta de interés por los límites aceptados de la técnica musical europea, y procedió a inventar sus propios medios de expresión: la combinación de músicas en diferentes tonalidades a la vez (él fue quien escribió la primera pieza politonal conocida, las Variaciones sobre ‘America’, a la edad de 17 años), la combinación de música en ritmos y velocidades diferentes de forma simultánea, la atonalidad y muchas otras características estilísticas más tarde asociadas a compositores europeos como Stravinski y Schönberg.

En el siglo XX ha habido un gran florecimiento del experimentalismo entre los compositores estadounidenses que aún se ven apartados de los avances estilísticos más lineales de sus colegas europeos. Tres ejemplos podrían ilustrar este punto:
Harry Partch, autodidacta como compositor, desarrolló un sistema armónico en el cual la octava se dividía en 43 partes similares (en lugar de las 12 utilizadas en la música occidental). Inventó y desarrolló nuevos instrumentos para interpretar la música que él mismo compuso en su nueva escala.
Conlon Nancarrow, nacido en los Estados Unidos pero residente en México desde la década de 1940, ha trabajado desde entonces casi exclusivamente sobre una serie de estudios para pianola. Los agujeros se perforan a mano sobre el papel de la pianola, lo que produce una música imposible de ser tocada por un pianista.
John Cage experimentó ampliamente no sólo con los procedimientos técnicos que adoptó, sino también con la gama de recursos que diseñó como inspiración para su obra. Para ello, extrae del I Ching no solamente la idea de una música inspirada en el confucianismo, sino también un método (tirar los dados) para controlar los parámetros musicales. Ésta es sólo una de las innumerables maneras que Cage utiliza como procedimientos de azar para crear sobre un material que deriva de una serie de fuentes musicales, filosóficas, literarias, matemáticas o electrónicas, cantadas, interpretadas o grabadas.

Cada uno de estos compositores ha logrado reinventar los materiales y técnicas básicos desde el principio, y ha demostrado su apertura a influencias técnicas y estéticas inusuales. En eso aparecen enfrentados a otros compositores estadounidenses, desde Horatio Parker y Edward MacDowell en el siglo XIX, a Samuel Barber y Elliott Carter en el XX, que se mantienen firmes dentro de la estética europea. Representan una tradición propia de Estados Unidos que expande los horizontes de la música y subraya el camino por el cual estilos dispares de pensamiento pueden interactuar creando síntesis siempre novedosas.