Mantenerse firme o constante en algo; durar por largo tiempo; que persiste. En botánica, se emplea con diversos sentidos según los casos; por ejemplo, cáliz persistente es el que se conserva en su sitio después de la floración, como el de Alyssum calycinum, el del beleño, el del granado, etc.; el vilano persistente, el que no se desprende del fruto, ni total ni parcialmente, como el de la centaureas; la corola persistente, la que se mantiene más o menos tiempo en torno al fruto incipiente o completamente desarrollado; el estilo persistente, el que queda como remate en el fruto, como en las drabas; la hoja persistente, la de los árboles y arbusto verdes todo el año, como la de los pinos, palmeras y encinas; etc. En suma, tomando la definición de Cadavid (1. c.), dícese del órgano que permanece inserto después de realizar su misión fisiológica.