Es la principal sierra emplazada en la parte central de la cordillera de Mérida, en Venezuela, extendiéndose desde el río Negro hasta los ríos Boconó y Mocoy-Castán. Está conformada por una accidentada cresta de cumbres que culminan sobre los 4.000 metros. Se caracteriza por el predominio de las rocas más antiguas y resistentes del sistema de los Andes venezolanos, presentando extensos relieves de origen glaciar.
Las pendientes son más abruptas hacia los valles interiores de los ríos Negro, Chama y Santo Domingo, que hacia el piedemonte de los Llanos occidentales. Numerosos ríos torrentosos tributan a la cuenca del lago de Maracaibo, como el Chama, Torondoy y Capazón, y otros a la cuenca del río Orinoco, como el Santo Domingo, Caparo y Uribante. Frente a la ciudad de Mérida la cresta montañosa se estrecha, erigiéndose los picos más elevados del país: el pico Bolívar (5.007 m), la Concha (4.922 m), la Corona (con sus dos picos), el Humboldt (4.942 m) y el Bonpland (4.882 m), cubiertos por nieves perpetuas. Las terrazas o mesas en forma escalonada, que ocupan el fondo de casi todos los valles, alcanzan alturas superiores a los 400 m sobre el lecho actual de los ríos y tienen un peso considerable en la economía agrícola regional y en el establecimiento de la población.
Hasta mediados del siglo XIX se consolidaron en esta sierra los asentamientos humanos más significativos de los Andes venezolanos que después, con el auge de la economía cafetalera, se desplazaron hacia los estados de Táchira y Trujillo, salvo en las zonas de altura media entre los 800 y 1.200 m, como en Tovar y otros sitios piedemontanos. La ciudad de Mérida, emplazada en esta sierra, continúa su expansión. Las ciudades de tamaño medio, como Bailadores, Tovar, Lagunillas, Ejido, Mucuchíes y Timotes, prosperan por la agricultura serrana, donde se producen frutas, flores, hortalizas y tubérculos.