El término vertiente, en la geografía física, se refiere bien al ángulo de inclinación de cualquier parte de la superficie de la Tierra o bien a la superficie inclinada, propiamente dicha; el vocablo gradiente es un sinónimo para la primera de las acepciones; el segundo significado incluye a todos los elementos de la superficie, desde los casi horizontales hasta los verticales, lo que significa que todas las formas de relieve pueden ser clasificadas según sus diferentes gradientes, formas y dimensiones. El hecho de que las vertientes imponen limitaciones a la actividad humana, a la vez que se ven afectadas por ésta, hace que el estudio de las vertientes sea una importante parte de la geografía física general, y de la geomorfología en particular.
A la hora de estudiar las vertientes, los geomorfólogos usan, con frecuencia, el término más específico y, probablemente, menos confuso de laderas para indicar la superficie con algún tipo de gradiente (esto es, excluye los relieves planos, como la llanura y terraza). El estudio de las laderas suele concentrarse en dos aspectos principales (la morfología y su acción), aunque algunos geógrafos físicos también han intentado desarrollar teorías generales para explicar su evolución. Las laderas presentan multitud de formas que reflejan variaciones en el clima, en la vegetación, en el tipo de roca y en la estructura de ésta. Su evolución es el resultado de la interacción de la meteorización, erosión y deposición.