El estudio de la morfología de las vertientes empieza, normalmente, con el análisis del perfil; éste es un corte transversal bidimensional de la ladera, que muestra la línea de mayor pendiente (gradiente).

1. Perfiles de las vertientes; El perfil está dividido, tradicionalmente, en secciones más pequeñas, denominadas de diversas formas (componentes, segmentos o elementos), que pueden ser rectas o curvas. Los segmentos rectilíneos se caracterizan por un gradiente, o ángulo de inclinación constante. Pueden ser prácticamente horizontales, como en una llanura, o casi verticales, como en un free face. Se denominan así (free face o cara despejada) porque son demasiado escarpados para retener materiales sometidos a la meteorización o cualquier otro tipo de derrubios. Los acantilados y escarpes son, con frecuencia, free faces. Allí donde aparecen, éstos son el equivalente del segmento máximo, es decir, la parte del perfil más escarpada que cualquier otra, por encima o por debajo de él. Los segmentos curvos son cóncavos o convexos y se definen por el grado de variación de su ángulo, o curvatura. La mayoría de los perfiles de las vertientes están formados por más de uno de estos componentes, aunque algunas secuencias o combinaciones son más frecuentes que otras. Un perfil de ladera típico posee cuatro componentes: un segmento convexo en la parte superior de la vertiente; una free face; un segmento rectilíneo y, en la parte inferior, un elemento cóncavo. La convexidad superior y la concavidad inferior reciben el nombre de pendiente creciente (waxing slope) y pendiente decreciente (waning slope), respectivamente. No obstante, en climas semihúmedos, la pendiente tipo tiene un perfil de tres elementos: un segmento convexo; otro lineal en el medio y una concavidad inferior. Tales vertientes se desarrollan particularmente bien en lechos rocosos de creta, como los South Downs, en el sur de Inglaterra. Las secciones verticales (acantilados, free faces) en pendientes de zonas de clima semihúmedo reflejan el afloramiento de rocas resistentes o la acción de tallado de corrientes fluviales. En zonas menos templadas, como desiertos, regiones semiáridas o montañosas, son más comunes las secciones verticales. En zonas de montaña, los precipicios son, por lo general, resultado de la glaciación.

2. Ángulo y formas características; Muchas zonas poseen perfiles de vertientes tan característicos que dan lugar a un paisaje peculiar. Una vertiente tipo es la que más se identifica bajo unas condiciones específicas de tipo de roca y clima. En una zona de un tipo uniforme de roca, de suelos, de vegetación y de fase de desarrollo, los máximos ángulos de pendiente tienden a aproximarse al ángulo de la vertiente tipo. La clase de roca es un importante factor y explica, parcialmente, el hecho de que las vertientes sobre rocas como el granito, las calizas, las areniscas y el esquisto sean tan características. Las investigaciones han demostrado, por ejemplo, que las areniscas y las calizas tienen un ángulo máximo de 21º y los esquistos otro de 9º. También se ha demostrado que las convexidades predominan en perfiles de areniscas, mientras que sobre superficies de esquisto suponen menos de la mitad de unidades del perfil. Los ángulos característicos y la forma de las laderas también son resultado de procesos específicos. Por ejemplo, los ángulos serán más cerrados si la ladera es socavada por un río o por la acción del mar.

3. Plantas tridimensionales; Un perfil es una representación bidimensional y, sin embargo, las vertientes son tridimensionales. A fin de poder crear una vista planimétrica tridimensional de la forma de la vertiente, en ocasiones se combinan el perfil transversal con el perfil de ladera típica. Cuando la forma de la vertiente se estudia de esta manera, son posibles nueve combinaciones de los tres componentes básicos (las concavidades, las convexidades y los tramos rectos), aunque algunas de ellas son relativamente poco frecuentes. A menudo, estos planos muestran la situación de la ladera en relación con una cuenca de drenaje. Las laderas de los valles tienden a ser rectas (lineales) tanto en el perfil como en la planimetría, como se puede ver también en las curvas de nivel paralelas de los mapas topográficos. Las pendientes de los espolones que se incrustan en los valles son convexas-convexas, según indican las líneas de contorno divergentes, mientras que las rinconadas son cóncavas-cóncavas, como señalan los contornos convergentes. El movimiento de las aguas y del suelo por las laderas se ve afectado por estos patrones.