Flora Iberica: Tronco arbóreo, leñoso, cubierto por hojas secas –en ocasiones en casi toda su longitud– o anillado por las cicatrices de las mismas, a veces ensanchado hacia la base. Hojas costapalmadas, marcescentes; pecíolo largo, de engrosado a estrechamente cóncavo por la cara adaxial, en la abaxial redondeado, con el margen armado con dientes curvos, espinosos, más pequeños y distanciados hacia la base; hástula membranácea, triangular, con los márgenes irregulares, deshilachados; lámina dividida, hasta c. 1/3 de su radio, en segmentos induplicados, bífidos en el ápice, péndulos en la madurez, ± deshilachados en los márgenes; base muy ancha que se divide en 2 al lignificarse. Inflorescencia de longitud igual o mayor que las hojas, intrafoliar, ascendente, 3(4) veces ramificada, grácil; espata tubular, con 1 quilla, muy coriácea; brácteas del raquis (basales) bien visibles, coriáceas, semejantes a la espata; brácteas de las ramificaciones inconspicuas. Flores hermafroditas, solitarias, esparcidas, subsésiles; sépalos 3, soldados, con los márgenes irregulares, imbricados, persistentes en el fruto; pétalos 3, soldados en un tubo hasta c. 1/4 de su longitud, lóbulos de ovados a lanceolados. Estambres 6, soldados a la garganta del tubo; anteras elípticas, mediifijas. Gineceo tricarpelar, sincárpico, con un estilo alargado que alcanza a las anteras y 1 solo rudimento seminal con placentación basal. Frutos de elipsoidales a globosos, negruzcos, con el exocarpo liso y grueso, el mesocarpo carnoso con fibras, y el endocarpo grueso y duro. Semillas elipsoidales, lisas, rugosas junto al hilo; endosperma homogéneo y embrión basal.