El tratamiento de un paciente después de la cirugía. Al salir el paciente del quirófano, se retirarán los paños quirúrgicos, la toma de tierra y los anclajes, y se colocará un apósito estéril sobre la incisión. Se comprueban la permeabilidad y conexiones de todas las sondas de drenaje, así como la velocidad de flujo de las infusiones parenterales. Se prestará atención a que el paciente esté limpio y seco y se cambiará la bata, evitando dejar descubierto al individuo. Cuatro personas trasladan al paciente lentamente y con cuidado a una cama de la sala de reanimación, manteniendo el alineamiento del cuerpo y protegiendo los miembros. Cuando esté indicado, se introducirá una vía aérea artificial oral o nasal o bien se aspirará la sonda endotraqueal introducida anteriormente; se puede facilitar la respiración con un respirador o mediante respiración a presión positiva intermitente (RPPI); en caso de continuar la dificultad respiratoria, será preciso avisar al anestesista. Se comunicarán al anestesista inicialmente la tensión arterial, el pulso y las respiraciones, controlándose después cada 15 minutos o cuando se estipule. A intervalos similares se valorarán el nivel de consciencia, los reflejos y los movimientos de las extremidades, inspeccionando la incisión, las sondas de drenaje y el punto de entrada de la infusión intravenosa. No se administrará nada por vía oral; se administrarán las medicaciones, sangre o componentes de la sangre, oxígeno y RPPI según las órdenes de tratamiento, y se calcularán las entradas y salidas de líquidos.